Una gran petrolera necesitaba instalar un campamento integral de 250 unidades a 200 kilómetros al sur de la ciudad de Neuquén. Mobilbox le instaló los 250 módulos llave en mano en dos meses; la petrolera los alquiló durante los dos años y medio que duró ese proyecto en particular; dejó operativa una parte mínima del campamento y el resto de las construcciones quedó disponible para usarlo en otras locaciones.
“Es un ejemplo extremo de un cliente nuestro extraordinario, pero una buena muestra de qué servicio somos capaces de brindar”, observa Mariano Frassia, dueño junto con su padre y sus dos hermanos de Mobilbox Argentina.
Nacida hace 20 años, la matriz de Mobilbox está en Budapest; tiene operaciones en 15 países y un total de 10.500 módulos en alquiler. “Para mí ése es un número inimaginable”, confiesa Frassia, quien empezó “su” Mobilbox invirtiendo US$15 mil para comprarle unos pocos módulos a su proveedor húngaro. “Les compramos el producto a ellos sin ninguna obligación, pero somos 100% de capital argentino”, aclara.
Estas oficinas modulares —mal llamadas “contenedores”— son estructuras de hierro y que tienen paneles de tipo “sándwich”, hechos de chapa galvanizada (la parte exterior) y de madera o melamina (interior). “Y también tienen lana mineral, que es 20 veces más aislante que un ladrillo de construcción, y no larga humos tóxicos. Traemos todo con LED, para que seas más ecofriendly”, enumera el emprendedor.
Otras ventajas de este sistema constructivo son que los módulos son ignífugos, tienen ventanas con doble vidrio y brindan una aislación térmica muy superior a la de los espacios tradicionales.
“Pero la clave está en el servicio llave en mano, en adaptarnos a las necesidades de cada cliente”, destaca Frassia. “Por ejemplo, el cliente lo ve y dice ‘no necesito doble vidrio para el lugar donde el operario se va a vestir’; entonces le ponemos una puerta sin aislación térmica”, ilustra. “Importamos una carcasa a la cual le metemos un alto valor agregado; se pueden formar estructuras de hasta tres pisos, con sanitarios, escaleras, SUM. Hay que saber cómo hacer esa ingeniería, esa logística e instalación”.
El valor al cliente para esa “carcasa” arranca en alrededor de US$760 “si lo agarrás con ventana doble y lo venís a buscar al puerto”, indica Frassia. Va subiendo a medida que se la adapta a los requerimientos puntuales de cada cual.
Los Frassia ya eran dueños de Gemez, un depósito fiscal en Costa Salguero, Buenos Aires. Mobilbox Argentina nació hace siete años como una unidad de negocios de Gemez, usando su infraestructura (ahora son dos firmas independientes). “No tuvimos que comprar máquinas ni contratar gente para arrancar”, repasa Frassia. “Apostábamos a invertir en un stock inmovilizado de unos 300 módulos, que es lo que tenemos ahora”, continua.
“El negocio tiene dos ramas: alquiler y venta. A largo plazo nos sirve más el alquiler que la venta, aunque no incida tanto en la facturación”, evalúa el empresario. “Pero por las trabas a las importaciones, empezamos a desarrollar el negocio de alquiler. Nos costaba subir el stock importando y tampoco podíamos fabricar acá porque los insumos eran importados”.
Actualmente, los Frassia están volcándose a la producción local de sus módulos, en parte fabricándolos ellos mismos, y tercerizando otra parte en talleres. Frassia ubica en 30% a 35% de su haber la producción propia.
Mobilbox Argentina tiene oficinas corporativas en Puerto Madero, un showroom y depósito en el puerto de Buenos Aires y un predio en Nequén.
“Están empezando a aparecer clientes que quieren usarlos como casa, porque tienen mucha más aislación térmica que una construcción tradicional”, comenta el emprendedor, aunque advierte que, estéticamente no es lo mismo. “Te sirven para un country en un lugar donde sea imposible llevar la mano de obra. Y también conviene por la diferencia en los tiempos de construcción: 100 metros cuadrados para que vivan de dos a cuatro personas pueden estar listos en cinco días hábiles”, concluye.
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